El miedo nos paraliza, y cuando hemos aprendido a evitar el dolor y huir del fracaso, sumado esto a la inseguridad sobre nuestras capacidades, nos autoboicoteamos y no llegamos a meter el gol. Aprender sobre la realidad exterior e interior, a saber lo que tenemos para ofrecer, nos permite arriesgarnos cuando corresponde. El mayor riesgo es el amor, pero también el mayor premio. ¿Te detiene el miedo al fracaso?