Rindámonos al amor

Foto por 1866946 en pixabay

En el artículo pasado tomé el tema del amor enfrentándose a las vicisitudes de la vida y ganando, y para eso recordé la primera parte del aforismo de Virgilio en sus Bucólicas. Hoy quiero analizar la segunda, que refleja la idea de que debemos abandonarnos a ese amor invencible. Es interesante que el poeta latino, sin conocer el cristianismo (porque vivió en el siglo I a.C.), es en muchos sentidos coincidente con él. Es por esto que en la Edad Media se le había considerado incluso un profeta pagano que habló de la venida del Salvador. No por nada guía a Dante por el purgatorio y el infierno en su Comedia. Entonces, no obstante la resignación que muestra la égloga de Virgilio, que ama porque no puede sino ceder al amor aunque duela por no ser correspondido, yo veo un sometimiento al amor como un poder. The power of love, como diría Huey Lewis.

El matrimonio no es algo acabado, como nos señala el papa Francisco, y en general las relaciones no lo son, puesto que somos seres en construcción, según el personalismo. «La mirada se dirige al futuro que hay que construir día a día con la gracia de Dios y, por eso mismo, al cónyuge no se le exige que sea perfecto. Hay que dejar a un lado las ilusiones y aceptarlo como es: inacabado, llamado a crecer, en proceso«, concluye. Es ser obedientes a la realidad, pues «es necesario entregarse de todo corazón para que la verdad se entregue», como dice el dominico A.D. Sertillanges, Aprendemos a aceptar incondicionalmente al otro, a ser empáticos con su proceso existencial, y congruentes con el nuestro y el de nuestra relación, conforme a lo que postula Rogers. Este impulso vital que nos mueve a crecer no es solo bonita lírica. Helen Fisher, antropóloga, bióloga e investigadora del comportamiento humano, realizó un estudio que apunta a que, ante el estímulo amoroso, se activan importantes áreas relacionadas con las conductas motivantes. El amor es el motor del mundo, y no se trata del lema de alguna causa humanitaria, es realidad contante y sonante.

En las relaciones humanas, el amor es la única llave para abrir nuestra mente cerrada y ablandar el corazón de roca. Pues Dios es amor, y es la fuerza que lo vence todo, y no podemos sino rendirnos a ese poder. Ese que no necesita dinero ni fama, y es fuerte y repentino, y cruel a veces, como dice el músico norteamericano. Aquel que «convierte en milagro el barro», recordando a Silvio Rodríguez. Es esto lo que canta Virgilio: evitar el dolor que produce construir un amor (mayormente cuando uno siente que jala solo) es inútil, porque es como abrazar la arena del desierto. Esa aridez puede no tener sufrimiento, pero tampoco alegría. La felicidad también la construimos y no es un producto acabado, y lo hacemos con luces y sombras, ladrillo a ladrillo. Y lo hacemos juntos.

El amor todo lo puede porque es Dios mismo, y huir del amor por miedo a la herida es huir del Padre que nos lo ha regalado y cura todas las heridas. Rendirse al amor significa soltar nuestros temores y abandonarnos a la Providencia. No de una manera pasiva, sino con esperanza activa en que ese amor es un caudal que brota de nuestro corazón para sanar nuestros vínculos. Que pone nuestras fuerzas en manos del que todo lo puede. Si existe un sometimiento totalmente válido en el amor, es este: al vínculo con esa persona imperfecta que Dios ha puesto en nuestra vida, como personas imperfectas que somos. No someternos a caprichos y voluptuosidades humanas, ni nuestras ni de otros. He ahí la respuesta a todo.

Una señora me confesaba que ya no podía luchar más, que no había manera de que su marido cambie por más que ella le haga ver sus errores. Y ahí estaba el problema principal, en el enfoque. Primero, la lucha es con uno mismo, no con el otro. No podemos cambiar a la otra persona, podemos cambiar nuestra manera de reaccionar ante lo que ella hace. No es nuestra obligación mostrarle a nadie sus equivocaciones, sí lo es procurar que entienda lo que sentimos y pensamos para motivar que quiera mejorar. Y no lo estoy inventando aquí, es Cristo mismo quien nos habló de la vara con que medimos a los demás y de que no debemos ver la paja en el ojo ajeno, de que no podemos matar a hierro pues tenemos que buscar hacer con otros lo que queremos que ellos hagan con nosotros. El amor nos impulsa a separar la persona de las obras, a juzgar los actos, pero hacerlo con misericordia para no juzgar al prójimo. El amor no es ciego, simplemente entiende al otro como un ser en crecimiento, un santo en potencia.

Rendirnos al amor es rendirnos a la voluntad de Dios que habita en nosotros cuando se lo permitimos. Y ese poder lo vence todo. Todo. Incluso nuestros demonios más oscuros y nuestros monstruos más horribles. Cobra total sentido la frase de Virgilio y las canciones de Lewis y Silvio. Pues el amor no es solo un sentimiento bonito, sino un impulso vital que nos permite hacerle frente a todo, a lo bueno para que no nos envanezca y a lo malo para que no nos derrote. Rendirnos al amor significa rendirnos a la mejor parte de nosotros mismos, esa que nos permite mirar al otro como lo ve Dios y no como lo ve el Diablo, como una potencia y no como un fracaso. Amar es dar, darse y aceptar. Aceptar lo que me toca para construir, nunca para destruir.

Rindámonos al amor para ver los colores del día.

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Publicado por pfreilem

Mi vocación por el estudio de la afectividad y la mente humana, y de cómo estas se integran con la fisiología y la espiritualidad, surge del propósito vital de hacer de este un mundo mejor, de persona en persona. Estoy convencido de que a través de la búsqueda del conocimiento de uno mismo y la comprensión de la realidad, podemos generar cambios no solo en nuestra individualidad, sino en los distintos espacios colectivos que habitamos. Psicólogo licenciado por la Universidad Técnica Particular de Loja, he realizado Diplomados en Psicología Cristiana y Antropología Cristiana por la Universidad FASTA (Mar del Plata, Argentina) y he participado en el Curso de Estilos de Pensamiento con el Dr. Robert Sternberg, (Boston, Estados Unidos de América) y el Seminario Psicología & Persona Humana (Lima, Perú). He efectuado prácticas en diversas instituciones empresariales y educativas. He actuado como facilitador de intervenciones apreciativas para el cambio profundo en las organizaciones. Poseo una amplia experiencia en charlas de formación, consejería y en consulta privada, gracias a la cual he podido responder a un llamado personal de incidir en la paz social a través del encuentro con la paz interior.

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