La clave para una relación de pareja sana: amarte a ti mismo

A menudo buscamos la fórmula secreta para construir una relación de pareja exitosa. Nos enfocamos en mejorar la comunicación, ser más comprensivos o encontrar a la persona “indicada”. Si bien estos elementos son importantes, la raíz de un vínculo sano y duradero se encuentra en un lugar mucho más profundo y personal: la relación que cultivamos con nosotros mismos. No podemos ofrecer lo que no poseemos. Si no nos valoramos, será imposible construir una conexión basada en el respeto y la autenticidad. Este artículo explora por qué el amor propio es el cimiento de cualquier relación saludable y te ofrece pasos prácticos para fortalecer ese vínculo interior.

Carl Rogers afirma que “la curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar”; solo gracias a esa autoaceptación es posible construir relaciones. Karol Wojtyła (san Juan Pablo II) sostiene que “la persona que no se ama a sí misma es incapaz de amar verdaderamente a otro”, enfatizando que el amor a los demás surge de la plenitud interior y el reconocimiento de la propia dignidad. Esta idea la encontramos también en la perspectiva bíblica, el mandato de “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 31) no coloca el amor propio en contraposición al amor al prójimo, sino que lo asume como base: solo quien sabe cuidarse y valorarse puede hacerlo con los demás. La doctrina católica, además, enseña que somos llamados a amar como Dios nos ama, reconociendo en nosotros mismos ese valor y dignidad que luego se traduce en relaciones basadas en el respeto y la entrega recíproca.

El amor propio no es egoísmo, como ya vimos en otro artículo. Es el acto de reconocer nuestro valor, cuidar de nosotros y aceptarnos con virtudes y defectos. Sin la base de la autoaceptación corremos el riesgo de depender de la validación de alguien más para sentirnos completos. Cuando buscamos en el otro una solución a nuestros vacíos internos, no estamos construyendo amor, sino apego. Esta dependencia emocional nos hace vulnerables a relaciones tóxicas que no nos aportan; más bien, nos quitan. Nos conformamos con menos de lo que merecemos porque la idea de estar solos nos aterra.

Uno de los mayores riesgos de una relación deficiente contigo mismo es buscar pareja con el fin de huir del vacío. La soledad no debería ser un enemigo que evitar, sino un espacio para el autoconocimiento y la reflexión. Es en esos momentos de quietud donde podemos escucharnos, entender nuestras emociones y sanar las heridas. Quienes no logran disfrutar de su propia compañía a menudo buscan a alguien por necesidad, no por elección. Si eres de esas personas que dicen que no pueden estar solas y saltas de una relación a otra, es muy probable que te sientas incómodo contigo mismo. Al fortalecer tu conexión con tu yo integral, aprendes a reconocer tu valor y, como resultado, dejas de aceptar vínculos que no te respetan o no te hacen crecer.

Una relación sana no se trata de dos mitades que se unen para completarse. Se trata de dos personas completas que eligen caminar juntas, compartiendo su plenitud. Cuando aprendemos a atendernos a nosotros mismos con compasión y respeto, desarrollamos la capacidad de también ofrecer eso a los demás. El amor maduro no busca alguien que le dé lo que le falta, sino donarle lo que tiene. Quien no es feliz y espera que sea el otro el que le haga feliz, se chocará con la dura realidad. Por ello, hay que sanar heridas e identificar vacíos para trabajarlos, pues no es responsabilidad de nuestra pareja el curarnos, es nuestra. Asimismo, no somos el apostolado del novio: no está para convencer, convertir o arreglar. Cada uno debe asumir la tarea de su propia sanación; apoyándonos mutuamente, sí, pero como un acto de autonomía que nos prepara para amar desde la libertad, no desde la carencia.

Luego de estas reflexiones, pasemos a algunos consejos prácticos:

5 Pasos para Fortalecer la Relación Contigo Mismo

  1. Dedica tiempo a estar solo. La soledad es una aliada. Practica actividades que goces en tu propia compañía, como leer, caminar en la naturaleza, escribir o reflexionar nada más. Aprende a disfrutar de ti mismo.
  2. Practica la gratitud persona. Al final de cada día, anota tres cosas que valoras de ti mismo. Pueden ser logros, cualidades o simples gestos amables que tuviste. Este ejercicio fomenta un diálogo interno más positivo.
  3. Reconoce y trabaja en tus debilidades. Amarte no significa ignorar tus defectos. Significa abrazarlos como parte de tu humanidad mientras te comprometes a crecer y mejorar. Así, continuando lo anterior, anota tres cosas que debes trabajar.
  4. Encuentra un espacio para la reflexión profunda. Ya sea a través de la oración, la meditación, la escritura de poemas o un diario, o la terapia, busca un momento regular para conectar con tus pensamientos y emociones más profundas. Conócete.
  5. Sé paciente y compasivo contigo. Como cualquier relación importante, el vínculo contigo mismo requiere tiempo, paciencia y compromiso. Habrá días difíciles en los que te defraudas; lo crucial es no abandonar el proceso.

Amar a otra persona es un acto de entrega, pero para poder hacerlo de verdad, primero debes pertenecerte a ti mismo, conocer qué tienes para ofrecer, con sus partes feas y bonitas. Al cultivar una relación interior basada en el respeto, la honestidad y el cariño, no solo transformas tu propia vida, sino que también sientas las columnas para atraer y construir el tipo de amor que en realidad deseas. Antes de desesperarte buscando novia, haz una pausa y pregúntate: ¿la relación que tienes contigo mismo refleja el amor y el respeto que anhelas recibir de una pareja? Construye ese cimiento primero. La plenitud que encuentres en tu interior será el regalo más grande que podrás ofrecer a ti mismo y, eventualmente, a alguien más.

Quien se construye a sí mismo puede construir relaciones saludables.

Publicado por Pedro Freile Moscoso

Mi vocación por el estudio de la afectividad y la mente humana, y de cómo estas se integran con la fisiología y la espiritualidad, surge del propósito vital de hacer de este un mundo mejor, de persona en persona. Estoy convencido de que a través de la búsqueda del conocimiento de uno mismo y la comprensión de la realidad, podemos generar cambios no solo en nuestra individualidad, sino en los distintos espacios colectivos que habitamos. Psicólogo licenciado por la Universidad Técnica Particular de Loja, he realizado Diplomados en Psicología Cristiana y Antropología Cristiana por la Universidad FASTA (Mar del Plata, Argentina) y he participado en el Curso de Estilos de Pensamiento con el Dr. Robert Sternberg, (Boston, Estados Unidos de América) y el Seminario Psicología & Persona Humana (Lima, Perú). He efectuado prácticas en diversas instituciones empresariales y educativas. He actuado como facilitador de intervenciones apreciativas para el cambio profundo en las organizaciones. Poseo una amplia experiencia en charlas de formación, consejería y en consulta privada, gracias a la cual he podido responder a un llamado personal de incidir en la paz social a través del encuentro con la paz interior.

Deja un comentario