No estoy bien

Aunque ponga todas las ganas, no me siento bien. Por más que vengan los demás con sus consejos, en persona o en línea, no puedo estar tranquilo. Si bien estoy consciente de que tengo muchas cosas que agradecer no soy capaz de hacerlo porque me hallo solo, aislado, inseguro, preocupado. Busco razonar cómo estoy y sé que no es para tanto, o que puedo encontrar salida a mi dolor, y de todas formas me molesta cuando me dicen “pon de parte”. Sé qué debo hacer, ya me lo han repetido tanto.

Sin embargo, no es tan fácil; suele ser más sencillo juzgar que actuar. El psicólogo humanista Carl Rogers decía que muchas veces nos encasillamos en los diagnósticos y olvidamos a la persona sufriente; pero también nos hablaba del cliente en lugar del paciente, es decir aquel que es participante activo de su proceso de sanación y no únicamente un sujeto pasivo. También consideraba que no lograremos trabajar en nosotros mismos y nuestros pensamientos y sentimientos si no podemos aceptarnos a nosotros y nuestras emociones.

He iniciado este artículo en primera persona no únicamente como un recurso literario, sino que yo también formo parte del ejército que hoy en día no está tan equilibrado ni en paz como quisiera. No se hable siquiera de aquellos que no están orientados hacia darle el sentido a cada aspecto de su vida y no pueden ser tan conscientes de la realidad y de cómo enfrentarla. Es cierto, he escrito ya algunos artículos de cómo afrontar esta pandemia, primero acercándonos a una comprensión de la realidad y luego encontrando un propósito a nuestra reacción hacia ella. Aun así, he de confesar que soy escéptico sobre el papel de estos escritos.

No es que lo sea por un pesimismo enfocado en lo negativo de estas épocas, que podría parecer lógico. Más bien, soy escéptico porque entiendo que cada persona tiene su proceso, y mis palabras simplemente se suman a las miríadas de frases que bombardean los ojos y oídos de todos hoy por hoy. Como decía en mi artículo anterior inspirado en el Principito, la comprensión es una de las bases de las relaciones humanas, junto con el amor y los actos que los vuelven concretos. Y esto incluye la relación conmigo mismo y la Trascendencia.

A veces es muy fácil decirle a la otra persona que “ponga de parte” para que esté bien. Como dice Rogers, muchas veces el racionalismo de la sociedad posmoderna nos lleva a pensar que es cuestión de tener claro lo que hay que hacer para ponerlo en práctica. Sin embargo, es como pedirle a una persona con el manual de operaciones de una complejísima máquina que la ponga a producir inmediatamente. Obvio, las instrucciones ayudan, pero tiene que ver con muchas otras cosas. ¿Está preparado el operario, la máquina está conectada, el producto está listo para ser vendido? En fin, podríamos pensar mil condiciones, y si hablamos de personas, estas se multiplican casi hasta el infinito.

Entonces, no basta con la comprensión. Hay que aceptarse, y hay que aceptar que puedo estar mal porque las circunstancias son propicias para estarlo. Lo que cambia es pensar qué voy a hacer con eso, cómo actuar: me siento mal, pero no quiero sentirme mal, y menos estar así por siempre. En resumen, abrazar mi dolor, pero como la razón para impulsarme hacia el bienestar. Este confinamiento que nos pone tan ansiosos, no solo por el encierro, sino sobre todo por la incertidumbre, puede ser visto como una etapa lógica de dolor. Pero solo eso, una etapa. Tengo que trabajar sobre ese dolor y saber qué voy a hacer con él para poder salir de esta renovado, crecido, más sabio.

Carl Rogers decía que agradecía ser capaz de acercarse al entendimiento del otro, y con él ayudar a curarlo. Y sin embargo, se sentía incomprendido por todos sus colegas, enfocados en el síntoma y la experimentación, como si el ser humano se redujera a un animal de laboratorio. En muchas ocasiones, debo confesar, me he sentido identificado. ¡Cuántas veces no me vieron otros psicólogos con sospecha, porque no hacía toda la historia clínica del “paciente” y enumeraba los síntomas para cotejarlos con el manual de trastornos de turno! Siempre he conversado con ellos diciendo que nos dejemos de etiquetar y etiquetarnos (escuelas, corrientes, patologías y enfermedades) y nos encontremos con el otro. La respuesta, en varias ocasiones, han sido comentarios que me hacen sentir un profesional mediocre.

Dicen por ahí que hoy es el día del psicólogo. Esta vocación me llegó sin esperarla, y la amo como eso: un don que no pedí y recibí de Arriba. Del Gran Sanador. Y por eso, doble responsabilidad. De ahí que hoy declare firmemente que, si bien me identifico con el humanismo, no pertenezco a ninguna escuela de manera excluyente, y no por eso dejo de ser menos profesional y científico en mi labor. Declaro que no me interesan los membretes, y que mi única preocupación es el bienestar del otro. Y comienzo por el mío, aceptando mis debilidades y mis momentos bajos, pero poniendo en acto día a día mis potencialidades. Y creo que cada uno de nosotros debería hacer lo mismo: el camino a la salud comienza por conocernos, comprendernos y aceptarnos. Y luego ponernos en marcha.

Con todo el amor, declaro que no estoy bien, pero decido estar de película.

Publicado por pfreilem

Mi vocación por el estudio de la afectividad y la mente humana, y de cómo estas se integran con la fisiología y la espiritualidad, surge del propósito vital de hacer de este un mundo mejor, de persona en persona. Estoy convencido de que a través de la búsqueda del conocimiento de uno mismo y la comprensión de la realidad, podemos generar cambios no solo en nuestra individualidad, sino en los distintos espacios colectivos que habitamos. Psicólogo licenciado por la Universidad Técnica Particular de Loja, he realizado Diplomados en Psicología Cristiana y Antropología Cristiana por la Universidad FASTA (Mar del Plata, Argentina) y he participado en el Curso de Estilos de Pensamiento con el Dr. Robert Sternberg, (Boston, Estados Unidos de América) y el Seminario Psicología & Persona Humana (Lima, Perú). He efectuado prácticas en diversas instituciones empresariales y educativas. He actuado como facilitador de intervenciones apreciativas para el cambio profundo en las organizaciones. Poseo una amplia experiencia en charlas de formación, consejería y en consulta privada, gracias a la cual he podido responder a un llamado personal de incidir en la paz social a través del encuentro con la paz interior.

3 comentarios sobre “No estoy bien

  1. Excelente artículo, me sentí muy muy identificada… Estoy nadando entre emociones diversas que van de la tristeza a la preocupación, de la preocupación a la ira y finalmente a la apatía… Intento poner de mi parte, claro está… Y la mayor parte del tiempo consigo sentirme un poquito mejor en algún momento del día… Pero luego a veces vuelvo a “no estar tan bien” como quisiera. En fin. Abrazos!

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    1. ¡Muchas gracias por leer y comentar! Así es, el bienestar es una lucha diaria, lo que necesitamos es la decisión y la paciencia de seguir en esa lucha a pesar de los bajones. ¡Saludos y a tus órdenes!

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