Seguimos hablando de música, relacionando la tónica de una obra musical con la que rige nuestras vidas en cada etapa, y de cómo modular de forma correcta para ser capaces de transcurrir saludablemente por ella. Existen varias maneras de enfocar los distintos tipos de modulación, hemos escogido una que tiene que ver con cómo se prepara el paso de una tonalidad a otra. Esto se debe a que así es más fácil hacer el paralelismo con nuestras modulaciones existenciales. Habíamos tratado dos tipos de modulación, continuamos con otros tres, que no por menos comunes son inexistentes.
Como hablamos de la autorrealización de la psicología humanista, de Maslow y Rogers, dentro del deber ser kantiano, ahora vamos a ir más allá con ese concepto. El hecho de asumir las distintas etapas, modular a otras tónicas, me impulsa a sentirme dueño de mi destino. «Acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales, porque ese es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante”, decía Carl Rogers. Dicha autoactualización no tiene que ver, por consiguiente, únicamente con el movimiento que le damos a nuestra propia vida. Mihály Csíkszentmihályi, que ya citamos en otros artículos, habla de fluir con lo que nos hemos propuesto. Ese flujo no siempre es lo que esperamos, pero nos adaptamos porque el enfoque está en el sentido que le damos a nuestra vida. No nos fijamos tanto en la meta, como en el proceso.
Sigamos entendiendo las modulaciones, dentro de este marco del flujo en nuestra existencia.
Modulación repentina
Como su nombre lo indica, es la que se presenta sin ninguna preparación. Se pasa de una tonalidad a otra sin que se haya usado algún acorde que lo anuncie, como se da en las otras. Es frecuente que esta sea la manera de pasar a una tonalidad cercana, como suele ser la relativa mayor o menor (cuando dos escalas tienen las mismas alteraciones, pero construidas sobre otra tónica), o por el círculo de quintas (el que se forma entre tonalidades que se hallan a una alteración de distancia). Ejemplos son Alone, de Heart, que pasa a una tonalidad cercana en el círculo de quintas en el coro («Till now…»), sin ningún anuncio previo; o en Esta tarde vi llover de Armando Manzanero que en su estribillo («La otra tarde…») cambia de una tonalidad a otra sin prepararlas. Este último ejemplo se suele considerar una tonalización, pues no se establece en una tónica.
Conviene entender que en la vida en ocasiones nos encontramos con cambios abruptos que nos obligan a adaptarnos sobre la marcha. La pandemia ha sido una muestra de esto que nos ha tocado a todos: nadie la vio venir, y tuvimos que reaccionar. El SARS-CoV2 no solo conlleva la enfermedad misma y sus consecuencias directas, incluyendo la muerte, sino muchos trastornos psicoafectivos y sociales. Luchar contra esta realidad no hace más que tirarnos al suelo en medio de la frustración y la impotencia. Sean cuales sean estas consecuencias en la vida de cada uno, hemos de considerar que nuestra existencia no se detiene a pesar de estos golpes, sino que debe adaptarse a la nueva realidad (¿nueva normalidad?) porque no tenemos alternativa. Y hacerlo dentro de nuestro propósito de vida incluso puede darle otro sentido a esas pérdidas.
Modulación por cromatismo
Aquella que surge de usar un acorde de paso que mantiene una o más notas iguales y el resto se mueve por semitono (movimiento cromático). Se prepara el cambio de tónica de una manera suave y melodiosa, lo cual suele producir la sensación de que nos estamos moviendo, pero pausada, tranquila y calmadamente. Es lo que ocurre con Bohemian Rhapsody de Queen, cuando en el verso («and thrown it all away») hace un descenso cromático en la voz del bajo; o en Seminaré de Serú Girán al mover por semitonos una de las notas del acorde que cierra la parte B («¿dónde estás? / ¿dónde voy?») conduce a un cambio a un tono lejano, aunque sea transitorio.
Se me ocurre que el movimiento cromático se da en nuestro día a día cuando vamos moviéndonos de una actitud a otra, alcanzando una etapa distinta casi sin darnos cuenta. No existen grandes cambios, ni hechos que nos preparen. Existe una voluntad de ir mejorando, día a día, variando de color hacia algo más brillante. Como cuando decido que debo levantarme temprano para rezar, al día siguiente además hacer ejercicio, y después comenzar a leer algo que me ayude a formarme, para así irle dando mayor sentido cada vez al momento en que arranco el día. Sin notarlo casi, preparé una etapa más sana y con propósito.
Modulación por enarmonía
Enarmonía es lo que en lingüística se llama homofonía: una palabra que se escribe distinto pero suena igual, como ola y hola. Si bemol o La sostenido son (en la afinación occidental) la misma nota, entonces un acorde de Si bemol mayor que es subdominante de Fa puede ser La sostenido mayor, dominante de Re sostenido, dos tonalidades muy distintas y distantes. Ejemplo: My Heart Will Go On, que se volvió mundialmente famosa en la voz de Céline Dion, tiene un salto a una tonalidad distante al final («You’re here…») con este recurso.
A veces llamamos a las cosas con otro nombre y de ahí viene el sufrimiento. ¿Quién no ha llamado amor a otro tipo de apego? Modular de manera correcta a otra etapa consiste en darle el nombre y la función adecuada a cada emoción, a cada acto, a cada hecho, y partir de ahí a una comprensión del momento más saludable.
Pasar de una etapa existencial a otra es una realidad para todas las personas. Modular correctamente es una necesidad fundamental. A veces podemos prepararnos, a veces no. En ocasiones solo hace falta un acorde, un hecho, un encuentro. Otras, la modulación se sigue de todo un proceso que puede tomar semanas, meses, años. Lo importante es saber vivirlo todo con sentido, dentro de un propósito de vida, y fluyendo con nuestras circunstancias.
Es la vida fluida de la que habla Rogers.